POR LA
VUELTA
Después del
viento
Texto: Ana
Larravide
Foto: Lucía Salvo
Foto: Lucía Salvo
El último
temporal recorrió los barrios de Montevideo. El viento los dibujó de otra manera, levantó olas nunca
vistas, se llevó árboles de siempre.
Pero los barrios, después del viento, vuelven a ser los mismos.
Trouville
Lo rasgan a tajos negros las agudas hojas de
palmera afiladas por la chaira del viento. El cielo gris verdoso no aguanta
más. Llueve por mil heridas.
Rambla
sur
Desmemoriadas olas. Ignorantes de lo que traen y llevan, así sean
perlas, algas, estrellas, navegantes o náufragos tal vez de viajes rotos o piratas de infancia desmedida. Empecinadas olas... fuertes, inmensas, tristes, pavorosas, mínimas, dulces, cariñosas olas.
perlas, algas, estrellas, navegantes o náufragos tal vez de viajes rotos o piratas de infancia desmedida. Empecinadas olas... fuertes, inmensas, tristes, pavorosas, mínimas, dulces, cariñosas olas.
Pocitos
Cuando
está por llover. Cuando me aburre
todo pero apuesto a imaginar historias bastan esta ventana, esta silla, esta
mesa para creer que vivo frente al mar. Pido un café, el alquiler más barato del mundo.
La Unión
Hay un
Montevideo apartado de todo menos de sí mismo, con techos bajos y calles
silenciosas, con almacenes viejos que venden poca cosa y sin bar en la esquina
para perder el tiempo (ya se perdió hace tanto, que nadie va en su busca). Hay
un Montevideo de cielo largo y gris como el asfalto, que traquetea cada tarde
sin ser mirado, lejos del mar y cerca de los yuyos. Más melancólico que nadie.
La última cuadra
Flores,
arandelas, clavos, caireles, porcelanas, nácar, carne, naranjas, abanicos,
tableros de ajedrez, zapatos viejos, ciruelas y revistas y azulejos. Viboreando
su chás, chás pasan las lonjas con borocotó de tamboril, todo el año es
carnaval, aquí no importa que sea enero o sea abril. Borocotó, borocotó -van repicando mirando alrededor por el
vintén- borocotó, borocotó… y van
dejando un no sé qué.
Se van
perdiendo las lonjas y se pierde el ritmo -borocotó, borocotó, chás, chás- la
gente por las dos veredas viboreando va. La mirada lenta, lentamente recorre lo
que ve... puede encontrar todo lo que quiere, si mira bien. Algunos relojean
relojes viejos, viejos libros o discos de Gardel. Hasta se puede encontrar
algún amigo: “qué increíble, vo, volverte a ver”
La mañana
crece y el cansancio crece por el sol que raja. En la última cuadra el
bandoneón del ciego. La última cuadra de Tristán Narvaja.
La Ciudad Vieja
Esta
ciudad de la nostalgia que llama mar al río y joven a cualquiera con menos de
cien años. Esta ciudad arbolada de plátanos, que ilumina con móviles manchas
las veredas y transforma en cuadro de Torres cada esquina. Esta ciudad, que
vuelve en sueños como vuelven las puestas de sol, es en el aire de la tarde una
vez más Montevideo.
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