lunes, marzo 03, 2014

Alfredo Zitarrosa

Entrevista de Ana Larravide para Jaque,
en Buenos Aires (16.3.84) al regresar del exilio Alfredo Zitarrosa.


Alfredo Zitarrosa:
pa´l que se viene


Parece mentira las cosas que veo: Zitarrosa en las calles de Montevideo.
No lo vemos aún, pero sí vuelven a escucharse sus canciones, diez años añoradas.
Todo parece mentira; debería ser mentira -pero no fue- que él haya pasado tres mil días sin pisarlas y ellas -sus calles, las nuestras- sin ser recorridas por su voz.
Pero hoy es hoy. Y al entrar en un boliche cerca del Mercado del Puerto, a uno le puede salir al encuentro El loco Antonio; al estar esperando un ómnibus en Dieciocho nos emociona de repente una milonga de ojos dorados escapada de una galería.
Y este domingo, las coplas orientales por cifra y milonga, el taipero, doña Soledad, mezcladas al barullo de la gente y a los tamboriles, se pasearán de punta a punta por la feria de Tristán Narvaja.
Jaque entrevistó del otro lado del charco, en Buenos Aires, a Alfredo Zitarrosa, el día en que recibía la noticia de su "desproscripción".







- Con la alegría de verte ni se si hay que empezar hablando con el cantor o con el exiliado que hoy deja de serlo. ¿Sería posible organizar esta conversación?
- No, vieja, no; charlamos directamente. ¿No tomás mate?
- Mirá tú, yerba uruguaya. No voy a preguntarte cómo te arreglabas para conseguir yerba estando lejos. Sería difícil, pero ¿cómo hacías para componer, para seguir creando?
- No pude. Mirá, yo no soy más que un reflejo tenue, a veces impreciso, de la vida de nuestro pueblo; una parte pequeña de la vida cultural de nuestro país. Soy nada más que eso. En todo caso, si soy algo más soy uruguayo, básicamente uruguayo. Faltándome el país me faltó la fuente, me faltó la raíz, y no hice nada... Fuera del Uruguay, en materia de creación no hice casi nada.
- ¿Sabés? Hoy, en Clarían, Roa Bastos en un reportaje...
- Sí, lo leí. "El peor de los exilios", referido al exilio de afuera y de adentro. Roa Bastos es un exiliado veterano; tal vez el decano de los exiliados latinoamericanos. Lo leí, sí.
- A la última pregunta, que era "¿Hay que quedarse o regresar?" , él contesta "Ahora que se puede regresar no se trata de ir a rebato". Tú, que también sos prudente, ¿qué decís?
- Yo voy ahora, a fines de marzo. Digo que depende de que yo sea o no sea útil en el país. Porque mi exilio obedece a una causa de orden político. También profesional, pero en primer lugar, político. Cuando salí fue considerando que era más útil en el exilio que adentro calladito la boca. Por lo tanto la razón fue eminentemente política. Hacía ya cinco años que no podía cantar en el Uruguay. Vivía en Montevideo y canté mucho en el exterior, fundamentalmente en Argentina, del 71 al 76, cuando me exilié. Para volver me planteo esa misma condicionante: ser o no ser útil dentro del país. Por ejemplo, aquí en Buenos Aires se están realizando jornadas culturales de aporte al proceso democrático en el Uruguay; entonces, en una de ésas yo soy más útil acá que allá... Pero, no. No es el caso. Parece que no.
- Pensaba preguntarte si la nostalgia te llevó alguna vez una melodía o te sugirió una letra. Si, en los distintos momentos que te tocó vivir, te sentiste más músico que poeta. Pero dijiste que esas dos partes tuyas quedaron cortadas, desconectadas. Hubo que "poner el resto" de Zitarrosa: ¿cuál fue?
- Escribí algo para algún periódico, trabajé como periodista. Además, el cantor hizo lo que pudo: como cantor, especialmente en México, trabajé mucho cantando mi repertorio conocido. Sólo incorporé alguna canción que me gustó mucho, mucho, como "Jacinto Zenobio", de Pancho Madrigal. Terminé allá un trabajo que se lama "Guitarra Negra", que había empezado en Uruguay en el 73, y compuse alguna canción irrelevante, como "¿Cuál de esas mozas?", con ayuda de Yamandú Palacios, en Madrid. O "Stephanie".
- ¿Por qué irrelevantes?
- Porque no las considero gran cosa. En general no me considero un autor relevante, no lo soy; pero hay canciones mías mejores: "Pa´l que se va", "Adagio a mi país" o "El violín de Becho".
- ¿Ésas son las mejores o las que tú querés más?
- Me parece que son mejores que ésas que te decía. No es que haya estado inactivo, pero yo estuve muy carenciado en el exilio. Y esto no es un dato que me distinga del resto, es un dato nomás. Yo no he podido componer, no he podido crear. Eso sí, he aprendido mucho en el exilio, vuelvo al Uruguay con otra fisonomía espiritual. No soy el mismo... como no somos los mismos ninguno de nosotros ¿verdad?
- ¿Sólo tus temas de por aquí fueron, entonces, los que te acompañaron entre otros paisajes y otra gente?
- Curiosamente, "Jacinto Zenobio" es una canción que incorporé al disco no al repertorio que canto: forma parte de un disco que grabé en México con canciones mías del pasado; lo mismo "La niña huichola", otra canción de Madrigal muy hermosa. Pero nunca las canté en vivo. Mi repertorio -que canté en México, Perú, Ecuador, Costa Rica, España- es el que se conoce aquí. El mismo, con alguna cosa nueva como "Guitarra negra" o "Stephanie". Por lo demás, como intérprete obviamente no soy el que fui: los años y los cigarrillos no pasan de balde. He fumado de 300.000 a 400.000 cigarrillos en mi vida. Y sabrás que es una ley de la dialéctica: pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo. Estas cosas que te digo de la dialéctica las tenés que poner, en serio.
- ¡Porque son en broma!: tu voz sigue siendo la del cantor. Y la del poeta. La voz del cantor que fumó 300.000 cigarrillos y siempre deja pasar al poeta.
- Ojalá fuera así. He hecho algunos versitos. No los puedo cantar.
- ¿Unos versitos?
- Cuando los llamo así lo digo con amor por mi propia pequeña creación, porque le tengo cariño a lo que hago. Pero no me considero poeta; el poeta es un privilegio de la humanidad que la humanidad se regala a si misma, y yo no soy semejante cosa. Los que vengo haciendo últimamente, no los puedo cantar. En cambio, Eleodoro Villada -un cantor popular argentino que en alguna época trabajó conmigo como guitarrista, excelente tipo y muy buen cantor- afortunadamente para mí (es un orgullo decírtelo) me dice que el regreso mío a la Argentina lo estimuló a cantar. Le ha puesto música a unos versos míos que se llaman "Casa vacía", de tal modo que yo no hubiera podido hacerlo.
- Ahora, entonces, los cantarás.
- No. La música que él les puso es para él, para su voz, para su canto, para su estilo. Por cierto que me encanta a mí, porque yo sería incapaz de levantar ese texto para una canción. Es lindo que pase eso.
- ¿Qué los temas sean compartidos?
- Por cierto. Pensando en el regreso: estoy seguro de que en compañía de los nuevos, de los jóvenes -algunos que conozco y otros que todavía no- gente como Larbanois, Dino o el propio Rubito Lena, que ha permanecido en el país...con esa gran creatividad de Ruben Lena o del Bocha Benavides yo me voy a sentir motivado para componer. Voy a sentir que tengo necesidad de terciar en el canto. De hacerlo con la mayor humildad pero sinceramente motivado por el canto de quienes voy a encontrar.
- Eso esperás.
- El caso es que algo, digo yo, me dará el país. Algo seré yo capaz de reflejar de nuestro pueblo como para poderlo poner en la canción futura.
- Alguna vez te escuché decir que el cantor no sólo refleja al pueblo, también "se esfuerza por alcanzar a ver un poquito más adelante: no mucho, pero un poco más adelante"...
- Lo dije.
- Ahora, llamados a su fin estos "tiempos tan duros en que hablar sobre cosas inocentes implicaba callar atrocidades", ¿alcanzás a ver si se podrá por fin "hablar de árboles"?... ¿Se podrá ir y pedirle a una milonga que no salga con tristezas, o que hable, si quiere, de morirse ahora, pero de amor y para que se sepa? Para poder sentir que de la vida no sólo forma parte "lo atroz" sino también "las cosas inocentes".
- Yo no sé si puede, en todos los casos. En el caso mío, te digo, no es fácil olvidar todo lo vivido. Lo que hemos sufrido los exiliados, lo que le ha tocado sufrir a nuestro país -también al pueblo argentino- es inenarrable. Es muy pesado, muy pesado. Y no se puede despojar uno de esa carga sin hacer el esfuerzo consiguiente, el esfuerzo que conlleva deshacerse de esa carga. Hay que tener una musculatura apropiada. Pero es un deber que tenemos el de mirar hacia delante y levantar de la experiencia del pasado todo aquello que sirva para nuestra vocación de libertad.
- "En mi país somos duros, el futuro lo dirá".
- Ése es el hecho. Y no hay que olvidarse, porque es muy importante, de todo lo que han hecho en este tiempo nuestro pueblo y sus artistas populares.El Uruguay existe porque existen los uruguayos; si no, quién sabe qué seríamos. Han hecho más que todo lo que podamos aportar nosotros al regresar del exilio. Si bien está el caso de muchos compañeros exiliados -no es mi caso- que han llegado a la veta, a la cara positiva del exilio y han logrado reencontrarse consigo mismos allá (Mario Benedetti, ha escrito mucho en el exilio; Daniel Viglietti, Marquitos Velázquez... ¡José Carbajal!, Héctor Numa Moraes ha compuesto y se ha perfeccionado en la guitarra en el exilio) ninguno de nosotros se olvidó jamás del Uruguay; todos estamos pensando en volver y, lo que fue elaborado fue elaborado de cara a nuestro pueblo.
- No fue poco.
- De todos modos, lo más importante es lo que se ha hecho en el país. Para empezar, el movimiento de nueva canción que se ha dado en el Uruguay es más variado, más hondo, más rico que el protagonizado por mi generación. La obra de los jóvenes es de gran validez. Yo la compararía (aunque en otro nivel porque no tiene la misma connotación ideológico-política, pero la compararía) con la Nueva Trova Cubana. Es un movimiento de gran fuerza, que acredita la existencia de un pueblo hipercrítico, superpolitizado, que ha dado artistas notables en todas las etapas de su vida institucional. Y en este momento los hay, en la canción popular. Son perfectamente responsables de lo que hacen y representan cabalmente al pueblo uruguayo, sin dejar de inventar recursos para decir lo necesario en el momento preciso. Y han dado obras de arte importantes.
- Tú has compuesto mucho basado en algo tan sencillo y tan inagotable como la milonga (acompañamientos como los de "El Violín de Becho" o el "Adagio..." son excepcionales). ¿Cuáles son esas formas musicales del nuevo canto popular que describís como tan importantes?
- Bueno, los jóvenes utilizan por cierto las formas de milonga y candombe. Otra corriente enfatiza un poco más en la música moderna, en las fuentes del jazz, incluso en el propio rock.
- Recuerdo que en la época que no pasaba nada con el candombe (como fenómeno de estudio) Los olimareños hicieron un disco...
- "Todos detrás de Momo".
- Si. Que la gente casi se los reprochó, porque era medio ininteligible que salieran con eso en vez de con "paisanita de mi vida". Pero ellos estaban tan contentos y seguros de ese disco, de haberle salido al encuentro al lenguaje impertinente y mandón de las murgas... sin embargo... detrás de Momo lo que se dice no salieron todos; por lo menos, el disco quedó colgado una punta de años.
- Ya ves. En ese sentido fueron precursores. Antes de Los Olimareños, de Carbajal, antes de Zitarrosa, existía el candombe en su versión vernácula: los negros del Barrio Sur, de Palermo, la Aguada. No olvidemos a Alberto Mastra, no olvidemos la voz de Lágrima Ríos ni a las hermanitas Méndez cantando candombe. Son anteriores a la generación del 60 de la cual yo formo parte.
- ¿Y hoy?
- Hoy, parece que no se canta en uruguayo si arriba del escenario no hay tamboriles. Fijáte que esto también significa un salto cualitativo. Los muchachos enfatizan en el candombe y la milonga. Y consiguen obras notables. Trochón es un hombre que me sorprende por su gran conocimiento de la música, por la audacia con que realiza ciertas cosas aludiendo -más bien- al candombe sin ocupar el candombe de lleno. Alude al candombe en cierta digitación que inventa para la mano derecha en la guitarra: dos, dos, chas, chas...
- ¿Quiénes más?
- Hay cantidad de gente. Tan enorme que sorprende. Leo Masliah, Jorge Bonaldi, los Peyrou, Contraviento, Pareceres, Surcos. Hay voces notables, como la de Cristina Fernández, Juan Peyrou, Estramín o Mariana García Vigil; autores como Ubal; grupos como Universo o Montresvideo; solistas diferenciados como Muñiz, Olivera o Chalar. Tantos, que no debería nombrar a nadie tal vez... ¡Las murgas! Es sorprendente.
- Contános algo sobre aquello que una vez se te ocurrió llamar "jazz del sur".
- Nosotros hicimos -en el 65 creo que fue- una experiencia con los guitarristas Néstor Olivera, Hilario Pérez, Ciro Pérez y don Gualberto López; tocando guitarra ellos, con un ritmo milonga muy claro, básicamente a partir del guitarrón de don Gualberto, e improvisando, también a partir de la milonga, con instrumentos de jazz. En aquella experiencia intervinieron, por ejemplo, Santiaguito Luz, Bachicha lencina, Carlos Eizmendi (el famoso Becho) tocando por milonga, improvisando por milonga. Y a aquello lo llamábamos una especie de jazz del sur.
- Qué conversación larga, la tuya, con la milonga.
- Es apta para la improvisación, tanto en materia de letra como de melodía. La milonga es un camino ancho, muy largo. Se puede improvisar por milonga infinitamente. En ese sentido es que yo pienso que es el más rico de nuestros géneros musicales. Pero el candombe también lo es. Por lo demás, tienen interés algunos géneros envejecidos, como el vals o la propia polca. O la chamarrita, que no está tan vieja: la chamarrita es muy graciosa. O los géneros tradicionales, como el gato.
- La milonga no es del campo, la milonga es negra.
- La milonga es negra. Ahora estamos preparando con los muchachos una obrita que se llama "melodía larga" Según algunos autores estudiosos del folclore, milonga quiere decir melodía larga; otros dicen que milonga quiere decir bochinche, barullo. Yo registré el título en SADAIC para que quede consignado como forma de darle un lugar a la milonga improvisada instrumental, con la mayor cantidad de instrumentos posible. Hemos inventado otras melodías, con los muchachos, que por milonga entran muy bien y aluden, en algunos caso, a la música afrocaribe, en tono de sol mayor o de fa sostenido. Es muy interesante, la combinación de melodías. La vamos a grabar, posiblemente con arreglos de Cardoso Ocampo, si a él le interesa. Yo no lo conozco, pero Odeón me lo recomienda como arreglador.
- ¿Cuáles serán, además de esa larga melodía instrumental, los otros temas de ese próximo disco?
- Hasta donde sea capaz voy a tratar de incorporar al disco próximo obra de la gente joven. Obra que sea accesible para mí. Y alguna cosa que yo pueda hacer: un candombe, que se llama "Crece desde el pie"; una canción para mi hija chica, "Para María Serena"; "Guitarra negra", que fue grabada en México y en España y aquí sólo se conoce por grabaciones caseras. La vamos a grabar con Odeón.
- De lo que has escuchado por ahí ¿qué has guardado?, ¿qué te gusta escuchar?
- ¡Ah, música flamenca!, música andaluza. También música venezolana. Y la nueva trova cubana, que es una canción audaz, nueva, carismática.
- ¿Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Irakere?
- Y los novísimos: ¡Ferrer!, que es una voz imponente. Hay una nueva concepción de la vida, además, atrás de todos ellos.
- Tu acompañamiento habitual son las guitarras. ¿Con quién te sentís más cómodo? ¿Te ha hecho falta alguien, por estar lejos?
- Por cierto, por cierto. El Uruguay ha dado guitarristas magníficos. Pero si alguien me ha hecho falta, siempre, se llama don Gualberto López. Un hombre que domina el guitarrón y domina los ritmos populares. El candombe, la milonga de don López son inimitables. Es su clima musical. Pero el Uruguay ha dado guitarristas inolvidables: Alfredo Sadi, López Terra, Nelson Olivera, Ciro Pérez, Mario Núñez. Más allá de las diferencias ideológicas que puedo tener con Mario Núñez, es un guitarrista excepcional: mundialmente excepcional. Guitarristas como Hilario Pérez, que fue mi primer acompañante en el disco. Tanta gente. Más o menos expertos, más o menos diferenciados. El caso es que todos ellos, conmigo, han tocado un repertorio que ya tiene veinticinco años de existencia... unos arreglos que siguen siendo los mismos, porque de algún modo la canción se identifica también con los arreglos. Pero si alguno me ha hecho falta, ha sido don Gualberto.
- Además de tus guitarristas ¿quién o qué te hace falta para cantar, para vivir, para ser poeta?
- Básicamente los compañeros. El pueblo nuestro, nuestra cultura vernácula... el gallego de la esquina, el árbol, la caña de pescar, la bicicleta... mis hijas.
- ¿Cómo están, tus hijas?
- Bueno, ellas están en Uruguay desde el mes de junio pasado, con sus abuelos. Han reanudado sus cursos escolares. Su madre y yo hemos pensado que era lo mejor que podíamos hacer para que de una vez -como estaba tan próximo el regreso cuando vinimos a la Argentina- dejaran de estar deambulando por las escuelas del mundo, aprendiendo geografía mejicana, española, centroamericana...
- Con amigos salteados y sin gallego de la esquina.
- Exacto. Pasados tantos meses nos vamos a reencontrar con ellas (Nancy las trae a visitarme lo más posible). Pienso que a fines de marzo será eso de estar juntos. Y allí.
- Hasta el poco tiempo que falta, es penoso.
- Sí.
- Mirá, uno piensa a veces que, aun viviendo en Montevideo se extraña Montevideo. Pero al escucharte me doy cuenta de...
- Decíme, decí nomás, pregúntame.
- ... lo bravo que es para un uruguayo, en cualquier lado, no andar a las vueltas con la tristeza. ¿Cómo hace un uruguayo para buscarle la cara a la alegría?
- Piensa en todo un pueblo que trabaja. Piensa en la libertad de Seregni, en la libertad de José Luis Massera, en las próximas desproscripciones, en la amnistía general que debemos conquistar. Piensa en la cultura nacional, que se hace entre todos. Piensa en las decenas de miles de uruguayos que vamos a volver al Uruguay. Piensa en los jóvenes. Y en cada uruguayo abnegado, consciente, heroico. Todo eso es una fuente de alegría.
- Poder volver a crear, también.
- Cuando esté allí, haré lo que pueda en el conjunto de unas voces que representan al pueblo, cada una en su forma peculiar, con ciertos contenidos familiares a todos y con una expresión más o menos actual. Ojalá que yo sea capaz de componer canciones del futuro. Porque creo que alguna cosa todavía puedo aprender, no estoy tan viejo. Algo nuevo haré por mi parte. Del mismo modo que los jóvenes han recogido, de lo que hicimos nosotros, alguna enseñanza.
- ¿Fue una forma de guardarles la ausencia?
- Es obvio. Fijáte, por ejemplo, que cuando nos imitan lo hacen de forma deliberada para que estemos presentes en el recuerdo de la gente. Es una actitud plenamente consciente de algunos cantores la de evocar el fraseo, el estilo de un cantor que no está, cuyas canciones están prohibidas. Para que la gente lo recuerde y retome contacto con una realidad anterior, que en términos dialécticos también generará el futuro, que será obra de todos. No hay uruguayos que estén separados por estar cerca o lejos. Entre uruguayos la división no pasa entre los blancos y los negros, gordos y flacos, laicos y religiosos, civiles y militares -esto lo dijo hace ya tiempo un político muy notable, que no hace falta nombrar- pasa entre el pueblo y los que están en contra de él. Hay que forjar un plan político para el Uruguay futuro. Es muy importante que lo hagamos y creo que podemos.
- Otro político, que es ahora presidente de los argentinos (Alfonsín), mencionó "la lección del dolor que asumieron los argentinos". ¿No habrá algún uruguayo con ganas de volver al 70 y desde ahí empezar a buscar un tiempo perdido?
- No vamos a volver al Uruguay del 70. Ni del 60 ni del 80. Vamos a llegar al Uruguay del 84, del 85. A un Uruguay diferente. A otra etapa histórica. La historia avanza en espiral, no es circular: hay saltos de nivel. Hechos que suelen repetirse tienen un nuevo carácter, porque la forma suele ser más permanente que los contenidos. Aunque en algún aspecto sintamos que volvemos al pasado, cuando recobremos nuestra democracia parlamentaria, nuestra democracia va a ser necesariamente nueva y más profunda.
- ¿Nada se vive en vano?
- El Uruguay del 70 no vuelve más. Ése ya aconteció y fue muy duro. Se avecinan tiempos duros, también, pero mejores. Para eso contamos con una generación de gente joven que está dispuesta a luchar por la justicia, por la libertad, por un futuro que es nuestro y es de todos: somos uno solo los de afuera y los de adentro; y -como decíamos hace un rato- el Uruguay existe porque existen los uruguayos. Somos un puñadito; si no estamos juntos, estamos jodidos.
Ana Larravide. 1984






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